La soledad opcional o impuesta

 

La soledad derivada de un sistema social

Hace unos días, la Filmoteca de Navarra me pidió que presentara un par de películas dentro de su ciclo dedicado a la soledad.

La primera de ellas, “La teoría sueca del amor”, es un documental sobre el movimiento iniciado en Suecia en los años 70 en favor de la individualidad e independencia del individuo en sus relaciones sociales. La experiencia les ha demostrado que el supuesto estado de bienestar no garantiza la felicidad fuera del contacto humano. En otros países con muchos menos recursos la ciudadanía parece vivir más feliz simplemente valorando y compartiendo lo que poseen.

http://www.imdb.com/title/tt4716560/

Le persona que me invitó a hacer las presentaciones me recomendó la lectura de un artículo de Rosa Montero, publicado en El País Semanal del pasado día 4 de febrero del presente año.

https://elpais.com/elpais/2018/01/29/eps/1517224907_231613.html

La periodista relata su experiencia personal durante su estancia en el Reino Unido en los años 80. Dedica la primera parte al elogio de la autonomía como forma de crecimiento personal. Estar solo, ser capaz de “sacarse la castañas del fuego” sin tener que recurrir a ayudas externas, es encomiable. Pero claro, estamos hablando de una soledad deseada, con el entramado social y familiar en la recámara, pudiendo recurrir a él en cualquier momento. Una especie de soledad a la carta, lo que en inglés –lengua de matices donde las haya- se llama “solitude”, soledad en el sentido del mero estado de encontrarse o vivir solo, separado del resto de personas.

“Si cuando estás solo te sientes solo, es que estás en mala compañía.” Jean-Paul Sartre

 

Otra cosa es la soledad no deseada, el equivalente del vocablo “loneliness”, ese sentimiento de tristeza y dolor derivado a veces del estado de soledad.

En el Reino Unido se hablaba ya hace más de 30 años de la soledad como problema social, sobre todo entre la gente mayor. El asunto se ha agravado con el tiempo. Montero nos facilita un dato espeluznante: en el mencionado país, en el transcurso de un mes 200.000 personas no han podido tener una sola conversación ni con familiares ni con amigos. No es de extrañar que muchas de esas personas vayan al médico con el único objetivo de poder hablar con alguien, con independencia de cómo se encuentren. En ese país, la soledad ha desplazado a la obesidad como principal amenaza para la salud.

En los países latinos el problema no es de momento tan acuciante, pero llevamos un camino similar al de los países anteriormente citados, sobre todo en lo que concierne a los ancianos. Los problemas económicos de las familias, junto con la cada vez mayor longevidad, hace que los mayores se conviertan en verdaderas víctimas de sus propios familiares. En este sentido, el siguiente artículo nos relata una sangrante situación de abandono.

https://politica.elpais.com/politica/2018/03/26/diario_de_espana/1522092904_996135.html

La gestión individual de la soledad

La segunda película, El rayo verde, de Eric Rohmer, enfoca el problema de la soledad desde un punto de vista más intimista.

http://www.imdb.com/title/tt0091830/

Aquí, en lugar del problema de la soledad, se aborda la gestión emocional que se hace de ella. Alguien, que en apariencia tiene las necesidades básicas satisfechas, se encuentra en un momento determinado sin compañía. Su malestar contamina su entorno y sus amigos se empeñan en someterla a una interminable sesión de consejos no solicitados. Por cierto, qué fácil es resolver los problemas ajenos…

La protagonista se siente, como suele decirse, “mal en su piel”. Al mismo tiempo se resiste a abandonar ese estado al considerar que no le compensa lo que tiene que hacer para abandonarlo. Está metida en su zona de confort, abonada a un cierto victimismo. Su coartada se centra en que para lograr un cambio todo debe estar en su sitio y que cualquier situación que no sea del todo perfecta no vale la pena ser explorada.

“Pour avoir si souvent dormi avec ma solitude, je m’en suis fait presqu’une amie, une douce habitude.” Georges Moustaki, Ma solitude

Estar solo o sentirse solo. Recluirse en uno mismo por el placer de estar en soledad o porque  los demás siempre te decepcionan. Cuando la soledad es una opción, no hay problema. Otra cosa es la soledad impuesta, ya sea por el sistema social o por el propio entorno. Ahí vamos a necesitar ayuda externa. Tomar conciencia a nivel individual y gubernamental es clave para paliar una situación que se agrava de manera particular para los ancianos, esas personas que ha trabajado toda su vida y que merecen un reconocimiento y la recompensa de un mínimo de comodidad y tranquilidad en sus últimos años.

 

El reconocimiento

El reconocimiento como herramienta de desbloqueo

 

Vamos a empezar por definir el reconocimiento. Se trata de una manera de expresarse y de actuar que produce en la otra parte la sensación de ser valorada por todo aquello que piensa, dice y hace, y todo ello manifestado con el máximo respeto.

Me encuentro de bruces con una situación conflictiva, con bastantes elementos que confluyen y contribuyen a ella, y con graves daños colaterales. He hablado con ambas partes y puedo decir que las posiciones son muy claras y su antagonismo muy evidente: una se siente maltratada, herida y poco escuchada; la otra, ninguneada, agredida y engañada. En apariencia las cosas están en un punto sin retorno. Ambas han expresado de forma nítida sus posiciones y su intención de no moverse de ellas.

Goats

Como suele ocurrir en estos casos, por lo menos una de las partes sale a la búsqueda y captura de cómplices que confirmen que su posición es la correcta, al tiempo que se encarga de intentar engrosar su lista de aliados en la denigración de la otra parte.

No es una novedad: que el asunto vaya por esos derroteros es de lo más corriente, como lo es el hecho de que las consecuencias del conflicto desborden a las partes para afectar de manera negativa a todo un colectivo. Ya son muchos los testigos de la situación que han mostrado su inquietud por las repercusiones que dicho conflicto está teniendo en la comunidad.

Dejar pasar el tiempo sin más no produce más que el enquistamiento de la situación. En estos casos la actitud de evitación del conflicto no sirve más que para acrecentarlo y mantenerlo, pues es un asunto con la suficiente entidad como para afrontarlo sin dilación.

Algunas de las personas afectadas por este conflicto me preguntan si, al ser las posturas tan diametralmente enfrentadas, vale la pena intentar una vía alternativa a la judicial. En efecto, tras varias decisiones judiciales la situación ha vuelto al punto de partida con el añadido del enconamiento y el deterioro de las relaciones hasta puntos alarmantes, sin mencionar los costes económicos que ello ha supuesto. Dos poderosas razones para intentar la vía de la mediación.

Lo voy a intentar. No hace falta dar muchas más vueltas a la situación presente. Toca «rascar”. Parece evidente que, una vez más, voy a tener que ponerme el traje de neopreno y dejar la superficie en la que están instaladas las posiciones para sumergirme y explorar los intereses y las necesidades de cada una de las partes.

Tras escuchar lo que tiene que decir cada una de las partes implicadas, les voy a pedir un esfuerzo, reconociendo para mis adentros que va a ser titánico: deben admitir como posible el punto de vista del otro y renunciar a la certeza absoluta sobre el propio; deben admitir los errores propios –tras reflexionar si los hubiere-; y, tal vez lo más importante y complicado, deben dar y recibir reconocimiento positivo.

Complicado, lo sé. Pero merece la pena hacer el esfuerzo. Mi tarea va a ser hacerles comprender que, con independencia de quién tenga más o menos razón, deben tener muy claras las opciones. ¿Cuál va a ser la mejor alternativa en caso de no llegar a un acuerdo?: ¿Volver a empezar, con los costes adicionales y las posturas todavía más enconadas?,  ¿mantener el statu quo, con las pérdidas tanto económicas como emocionales para ambas partes y para el resto la comunidad afectada?

Lograr una respuesta sincera a estas preguntas constituye un desafío. Las partes deben centrarse en ellas y en hacer un ejercicio de memoria: ¿Qué les llevó en un principio a formalizar un acuerdo de colaboración? ¿Cuáles eran los elementos positivos que lo posibilitaron?

Es el momento de que las partes hagan una decidida apuesta por su valentía e inteligencia. Esta vía les ayudará a hacerse responsables de sus decisiones y de su destino. Allá vamos.

Comunicación y Feedback

El feedback como proceso de comunicación

El feedback es un proceso comunicativo de retroalimentación, en el que se proporciona una “devolución” al otro respecto a la percepción de una determinada situación, con la finalidad de reconocer algo a alguien o bien proponer cambios en el comportamiento (sean de acción u omisión) y en la relación existente, sea personal o laboral. Constituye un saber básico que debe tener cualquier líder de equipo.” (Glòria Novel).

En cualquier tipo de organización, el feedback es temido por muchos si no está integrado como algo habitual y de utilización frecuente en su cultura de comunicación. Si tal es el caso, es percibido de la misma manera que la periódica visita al dentista, de la que esperamos salir con más o menos buen pie y sin haber pasado demasiado dolor.

La gran ventaja de adoptar el feedback como una actividad frecuente en las organizaciones es que es visto como un apoyo al trabajo y, aunque se lleven a cabo correcciones y las revisiones semestrales, éstas adquieren una importancia más relativa. En organizaciones que no tienen adaptada la cultura del feedback, las revisiones se asemejan más a una especie de examen de la conducta pasada que a enfocar la actividad hacia un futuro mejor.

El feedback es el desayuno de los campeones. Ken Blanchard

La falta de feedback suele ser causa de muchas quejas y decepciones; uno necesita saber si su aportación es o no buena, si se ajusta a lo que se espera de él, y para ello debe conocer la opinión de quienes deben valorarlo. Sentir que su trabajo es importante constituye una de las necesidades fundamentales del ser humano.

Tanto el feedback mínimo como el arbitrario o abusivo no tienen en cuenta a la persona y se llevan a cabo con el simple objetivo de cumplir el expediente. El que los da está manifestando carencias en habilidades de negociación o de mediación. Este tipo de comunicación es ineficaz y puede resultar altamente negativa.

Imaginemos a un empleado o a un deportista que no recibe ningún tipo de valoración por parte de su jefe o de su entrenador a lo largo de varias semanas o meses. Lo lógico es que se suma en una incertidumbre muy difícil de soportar y que, si puede permitírselo, acabe cambiando, más temprano que tarde, de empresa o de club.

El feedback de apoyo es el que otorga reconocimiento cuando el rendimiento es bueno y refuerza la conducta ensalzada para que se sostenga en el tiempo. Debe expresarse, para que sea completo, sobre la persona, sus acciones y su imagen. Debe igualmente ser realizado en un lenguaje muy claro y coherente con el lenguaje corporal.

Si bien es recomendable darlo en privado, no hay inconveniente en hacerlo en público siempre y cuando se preserve la igualdad de condiciones para otros eventuales miembros de la organización.

Pero a veces las conductas o las actuaciones no alcanzan el nivel deseado. En ese caso, para lograr la mejora o el cambio preciso, la comunicación para transmitir aquello que ha causado decepción o disgusto debe ser asertiva y respetuosa.

Un buen entrenador es alguien que es capaz de corregir sin causar resentimiento. John Wooden, mítico entrenador de baloncesto universitario.

Indudablemente debe manifestarse un profundo respeto por la persona y separar la consideración que se tiene de ella del problema puntual en cuestión. En otras palabras, no hay que confundir una conducta determinada con la identidad del sujeto.

Es igualmente importante resaltar los puntos fuertes y las cualidades de la persona, con independencia de su conducta o actuación en ese determinado caso. Es necesario incluir una crítica constructiva y ofrecer diferentes opciones para conseguir la mejora deseada. Es obvio que el feedback de mejora o cambio debe ser dado en privado.

En todo tipo de feedback, hay algo que no se debe olvidar: no hay que tratar a todo el mundo por igual; hay que tratar a cada uno como se merece y necesita. Cada persona es un mundo.